Eternamente gracias, Enzo

El 1 de Agosto de 1999, Enzo Francescoli ingresaba al Estadio Monumental para vivir una tarde de fiesta. En un amistoso lleno de emoción y glorias del fútbol, River se enfrentaba a Peñarol para rendirle homenaje a uno de los más grandes ídolos de River.
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foto: pineros-web.blogspot.com |
Elegido por Pelé como uno de los mejores jugadores de la historia. Quien volvió de Europa a River con un sólo objetivo, conseguir la Copa Libertadores luego de varios años. Junto a un equipo de sueños, con grandes jugadores como Sorín, Ortega, Monserrat, Yepes y Astrada, logró ser el primer equipo sudamericano en estar líder del ranking Mundial de clubes. Uno de tantos logros conseguidos por este maestro del balonpié.
Esa tarde todo fue diferente, 75 mil personas coreando un sólo apellido. Entonando el aliento sagrado, el aguerrido corto grito que definía su nacionalidad. "Uruguayo, uruguayo, uruguayo", con miles y miles de brazos azotando el viento al compás. Lágrimas alcanzaban a verse en el rostro de muchos hinchas, sabían que estaban despidiendo al estandarte de ese equipo, la bandera de buen juego que tenía ese tan famoso River Plate.
En un partido amistoso frente a Peñarol, club por quien Enzo simpatizó toda su vida, se realizó aquel homenaje. El millonario, más millonario que nunca, triunfó por un claro 4 a 0, con dos goles del príncipe, uno de salas y, para ponerle un broche de oro a su tarde, Bruno Francescoli, su hijo mayor. River formó un equipo titular con Bonano; Díaz, Ayala, Yepes, Altamirano; Monserrat, Astrada, Villalba; Aimar; Salas y Enzo. Al mando, quién más si no es él, estaba el enorme Ramón Ángel Díaz.
Un concierto de fútbol, una tarde soñada, un recuerdo imborrable. Quedará eternamente grabada en la memoria de todos los hinchas de River y de este hermoso deporte del cual estamos tan enamorados. Inclusive, Ignacio Copani, supo plasmar en un verso lo que todos los hinchas del más grande sentimos por el, cantando: "Es tan grande que si debo hablar del Enzo, los laureles, los elogios, quedan chicos. La palabra de alabanzas se hace añicos. Es Francescoli tan grande que ahora pienso, que su nombre debería ser InmENZO, pues de gloria me hizo inmensamente rico".