"El enigma de las 3G" por Favio Assad

Vanagloriada y vituperada por igual por adeptos y detractores, la famosa frase que identifica la filosofía de juego riverplatense, Ganar – Gustar - Golear, comúnmente denominada “3G”, sigue generando controversias entre –incluso- los mismos simpatizantes de la banda sangre.
Uno de los más frecuentes cuestionamientos hacia nuestro pronunciamiento filosófico es que el juego bonito no sirve de nada si no se gana, si no se consiguen los benditos puntos, que son, al fin, el requisito único e indispensable para lograr campeonatos.
Se la cuestiona también desde el ojo de la contemporaneidad, asumiendo que el juego de antes no es el actual (verdad de Perogrullo), tratándose de uno más físico, más veloz, lo que disminuye considerablemente los espacios y, en consecuencia, los tiempos para lograr lucirse en el campo de juego.
Suele repetirse también, que los equipos que quedan en la historia son los que mandan en las estadísticas, que por más que se haya jugado bonito, nadie se acuerda del segundo.
En definitiva, una retórica que pretende imponerse e ir desterrando una impronta que nos hizo ser lo que somos, los más grandes, pero que a ojo de los nuevos “doctores del balompié” ha caído en desuetudo.
En primer lugar, lamentamos contradecir desde este sitio a sus más fervientes detractores. En efecto, nuestro lema se encuentra harto vigente y los cruzados que defendemos su legado a capa y espada, estamos más fuertes que nunca. Sepan que el estribillo de nuestro himno es un reflejo de lo que pensamos: “Nunca seremos boca”.
¿Cómo condenar al destierro a lo que nos distingue, lo que nos identifica, al legado de nuestros mayores, como derribar los cimientos de un imperio? ¿Cómo condenar al ostracismo a lo que alguna vez nos ha hecho sentir el verdadero significado de la palabra felicidad?
A los “escépticos”, les informamos que River es el más campeón de la Argentina por sus conquistas logradas de la mano del juego estético y virtuoso. Nadie duda que ganar es lo más importante, de hecho, nuestro lema histórico comienza con dicho verbo, continúa con “gustar” y culmina con “golear”. El orden con el que se creó no resulta caprichoso ni es producto del azar, tiene que ver con una disposición de prioridades.
GANAR: Lo más importante. Se puede ganar de muchas maneras. Se puede ganar a través de la habilidad, a través del sacrificio, a través de la trampa, etc. Cada jugador se adaptará a las condiciones del plantel, que a la vez, actuará en base a la consigna futbolística del club al que pertenece.
Muchas cosas pueden cambiarse, pero lo que viene grabado genéticamente, no. Nadie puede evitar nacer con ojos azules, o marrones, o verdes. Ningún hijo de padres y abuelos de baja estatura, puede pretender alcanzar el metro noventa. El GEN riverplatense no es un patrón distinto a la genética humana. No se elige, se hereda.
Se vive como se es. Si al tenista zurdo Nro. 1 del mundo lo obligan a jugar tenis con la mano diestra, probablemente no gane muchos juegos, y viceversa.
La discusión nunca fue acerca de qué es más importante, si ganar o gustar. Siempre es ganar. El trofeo es para el que logran mas puntos no para el que tira mas caños y sombreros, la discusión parte de la base que los riverplatenses puristas, pensamos que no podemos traicionar nuestro ADN, más aún, que no debemos ni intentar hacerlo puesto que a través de nuestro patrón de juego llegamos al oráculo del fútbol. O sea, no es sólo por cuestiones que involucran nuestro paladar exquisito, sino también por mera conveniencia, porque es lo que mejor hacemos. Ganamos siempre jugando por abajo, generando juego asociado, sublimando la habilidad por sobre la rusticidad, llegando con muchos hombres al área contraria, sin revolear balones fuera de los límites del campo, así ganamos más que ninguno, o sea, llámennos líricos, pero también prácticos.
GUSTAR: Si a River se lo pretende empujar desde las gradas para que ponga “huevo”, se le está poniendo la raqueta en la otra mano. Porque el GEN de nuestra divisa es JUEGO, fútbol champán, toques y gambetas, juego estético y vertical, vértigo de toques en el área de ellos…también temperamento, claro, pero nunca por encima de la habilidad, porque nosotros aplaudimos más un caño que una canilla embarrada, porque somos así, porque así llegamos a ser los más ganadores, los más grandes del fútbol argentino.
River juega bonito, porque simplemente, no sabe hacerlo de otra manera. River no gana “a lo boca”. Dios nos guarde.
GOLEAR: Quizás sea el rubro menos importante, pero River es en la historia del fútbol argentino, el equipo que más marcó. El hincha riverplatense disfruta del embarazamiento de la red más que de una raspada en la línea de gol, somos así, a eso nos acostumbraron Bernabé, Labruna, Walter Gómez, el mono Más, el Beto Alonso…no nos pidan “no descuidar el área propia”, pídanle a ellos que “cuiden la suya”.
La que acabamos de explicar, es, consideramos humildemente, la debida interpretación que se le debe dar a la expresión.
O sea, GANEMOS, porque River es DEPORTIVO GANAR, no deportivo jugar lindo, pero hagámoslo como sabemos hacerlo, porque nuestra genética así lo dicta, es un mandato natural y es requisito ineludible a la hora de ingresar al paladar del hincha. Porque el hincha de River, rechaza el juego basado en el esfuerzo pagano, el simpatizante millonario adora al dios del fútbol y lo adora con goles y fintas. Ganar GUSTANDO Es el libreto que utilizamos durante 100 años y que, a pesar de quienes sostienen lo contrario, sigue vigente.
Si los rasgos de la personalidad son los que distinguen a los hombres, la identidad futbolística es, lo que distingue a los clubes de fútbol. Es cierto, las estadísticas mandan, las mismas que nos encuentran en el pináculo de los logros locales, gracias al fútbol desparramado a lo largo de nuestra centenaria historia.
Que nunca cambie lo que somos, porque si cambiamos lo que somos, nos convertimos en otra cosa.
Aguante el fútbol bien jugado, la mentalidad ofensiva, el toque, el caño y la gambeta y aguante su más fiel exponente, el Club Atlético River Plate.