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Otra vez dos barras

Las barras continúan manchando al fútbol y River no es la excepción, entre Los Borrachos del Tablón y la Barra del Oeste las tribunas rojas y blancas siguen divididas por conflictos de dinero y poder.



Llegar al estadio y caminar 30 cuadras de más para rodear y no cruzarse con personas que tengan la camiseta del rival; estar "encerrado" en la tribuna por un alambrado y 50 policías alrededor; "pulmones" que sirven para dejar espacios entre hinchadas de diferentes equipos; peleas, heridos y muertes a la salida de los estadios... ¿Hasta cuándo el miedo va a invadir a la gente por el salvajismo de algunas personas en el fútbol argentino?

Al describir los ingresos a las canchas en la Argentina pareciera que los simpatizantes fuesen animales. Pero hay que aclarar que la violencia del fútbol es una patada de un jugador a otro, o en todo caso, una agresión entre futbolistas. Por eso lo que se vive en los alrededores y en las tribunas es una cuestión social, que se expande del territorio del deporte.

Los líderes barrasbravas tiene poder, y buscan más, para seguir ganando sueldos millonarios. Manejan parte del club y los dirigentes de los mismos nada hacen para aplicarles el derecho de admisión, ya que muchos políticos están "manchados" con negocios sucios que incluyen al club.

River no es la excepción, más allá de tener una nueva dirigencia que hace poco está tratando de reparar los daños que dejaron anteriormente otras personas, el lío entre barras continúa, porque no sólo buscan vencer a líderes de otras hinchadas, sino que de las propias, por continuar con el poder total de una tribuna. La gente debe cuidarse de no cruzarse en un enfrentamiento, de no tener seguridad ni en el estadio ni en sus cuadras cercanas. La policía pacta constantemente con los delincuentes, con los barras.

Los verdaderos simpatizantes que van a la cancha a ver a su equipo y no a realizar negocios, deben soportar controles policiales constantemente, mientras que la barra ingresa al estadio (por más que sea a horas de comenzar el partido y aún no abrieron las puertas de acesso) sin recibir ningún cacheo y sin cruzarse ningún vallado policial.

Mientras los políticos que representan a la Argentina, a las provincias y ciudades, al igual que los de los clubes, siguen tranzando con esta gente no se va a terminar la violencia. Sin público visitante la gente sigue temiendo enfrentamientos entre la propia hinchada. El yuyo hay que cortarlo de raíz o seguirá creciendo, es hora de hacerlo, para rescatar a este deporte que tantas alegrías le da al gente.

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